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Grupo 8

H2 Aboy   
   2025

Bulevar de borde

Los bulevares de borde surgen en París a partir de las demoliciones de las antiguas murallas medievales, que durante siglos habían marcado los límites defensivos de la ciudad. Hasta ese momento, París era una ciudad encerrada, densamente edificada en su interior, con callejones angostos y sin planificación. Las murallas separaban lo urbano de lo rural (Img. 1). Pero hacia el siglo XVII, con los avances en las técnicas de guerra y la necesidad de expansión urbana, esas defensas comenzaron a perder sentido y fueron demolidas.
La ausencia de esos bordes dejó espacios vacíos en una ciudad que comenezaba a crecer. Allí se trazaron nuevos caminos amplios, rectos y arbolados, como el Boulevard des Fossés y el Montmartre.
Estos bulevares no se integraban completamente al centro urbano ni pertenecían a la periferia tradicional: ocupaban una zona ambigua, que funcionaba como frontera flexible entre lo consolidado y lo que se encontraba en periodo de transformación. (Img. 2)
Este tipo de bulevar cumplía una función clave en el nuevo modelo de ciudad: permitía ordenar el crecimiento, generar una continuidad visual y funcional, y servir como espacio de tránsito y control. No eran espacios centrales ni monumentales, pero sí estratégicos. Desde el punto de vista social, también introducían una forma distinta de moverse por la ciudad. Como señala Kugler, con la creación de caminos más amplios, "se pudo experimentar la ciudad de otra manera: ya no como un conjunto de callejones tortuosos, sino como una continuidad espaciosa y visible” (p. 42).
Además, estos bordes permitían cierta mixtura de usos. Eran zonas de paso, de cruce, de vigilancia y de expansión urbana. Aunque no estaban pensados como lugares para detenerse o para el ocio, pero sí ofrecían a los habitantes una nueva forma de relacionarse con el límite de la ciudad. Como indica Kugler, “las promenades ofrecieron la posibilidad de cruzar límites geográficos y sociológicos” (p. 42), y si bien esa cita refiere en general a las prácticas de paseo, también puede aplicarse a estos bordes urbanos que dejaban de ser barreras para convertirse en zonas abiertas a nuevas funciones.
En resumen, los bulevares de borde, Fossés y Montmartre, reflejan cómo París comenzó a redefinir sus límites: ya no como muros de defensa, sino como espacios intermedios que habilitaban el crecimiento, organizaban la circulación y creaban una nueva relación entre ciudad y periferia.

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(Img. 1) En este mapa esta marcado el borde donde se encontraban las murallas separando lo urbano de lo rural.

(Img. 2) Camille Pissarro (1772)  La obra refleja ese tipo de bulevar de borde: un espacio

(Img. 2) Camille Pissarro (1772)
La obra refleja ese tipo de bulevar de borde: un espacio de transición entre ciudad y periferia, donde se combina el
tránsito, la vida urbana y el paisaje natural.

TP1: ¨Renacimiento Italiano¨

Historia 2- Catedra Aboy

Lenguaje + Regionalización

En este trabajo queremos mostrar cómo el lenguaje arquitectónico de Miguel Ángel va cambiando según la región, desde Florencia hasta Roma. Elegimos cuatro obras del artista que forman parte de un recorrido visual, como si se entrara a un túnel que empieza en Florencia y termina en Roma, mostrando cómo su estilo se adapta a cada lugar y momento histórico.

La primera obra es la Sacristía Nueva (Capilla de los Médici) del año 1520, en Florencia. Representa una fuerte identidad regional, ya que fue hecha para una familia muy importante de la ciudad. Tiene una arquitectura equilibrada pero también muy expresiva, con el uso del mármol y un diseño que transmite poder y espiritualidad. Esta obra muestra la conexión entre el arte y el contexto florentino.
La segunda es la Biblioteca Mediceo Laurenciana(1524-1571), también en Florencia. En este caso tomamos como referencia la sala de lectura, donde se destacan los bancos de madera integrados con la arquitectura. El espacio refleja el valor del conocimiento en esa época, y cómo Miguel Ángel combina funcionalidad con belleza. Se nota una evolución en su lenguaje, donde empieza a aparecer una mayor complejidad formal.
La tercera obra es el Palacio Farnesio (1571), en Roma. Aunque Miguel Ángel solo trabajó en la parte final, su intervención refleja un cambio importante: se pasa de una arquitectura más expresiva y simbólica (como en Florencia) a una más monumental y política. En Roma, el edificio responde a una necesidad de representar poder y orden, y eso se nota en su estilo más sobrio y clásico.
Por último, cerramos el recorrido con el David (1503), en Florencia. Aunque es una escultura, la incluimos porque representa muy bien el ideal del Renacimiento. El mármol blanco transmite fuerza y emoción sin necesidad de color. Además, el David simboliza la libertad, el coraje y el pensamiento, valores muy presentes en la identidad florentina.
A lo largo de este túnel, vemos cómo Miguel Ángel no tiene un estilo único e igual en todas sus obras, sino que su lenguaje cambia según el lugar, el encargo y el momento histórico. Esa capacidad de adaptación es lo que relacionamos con el concepto de lenguaje arquitectónico y regionalización.
También incluimos una cita de la época que nos pareció importante, ya que muestra cómo algunos críticos no valoraban su arquitectura:


“Los edificios de Miguel Ángel son incorrectos y que, exceptuada la sacristía de San Lorenzo... todo lo demás es malo [...] Como Miguel Ángel ha sido sumamente excelente en escultura y pintura se pretende a la fuerza que ocurra lo mismo en la arquitectura.”

(Tomaso Temanza, pág. 235 – Patteta, Miguel Ángel. Textos de época)
Aunque Temanza fue muy crítico, nosotros creemos que justamente lo interesante de Miguel Ángel es cómo supo adaptar su arte a distintos espacios y regiones, aportando algo propio en cada lugar.

Bibliografia:
Hauser, A. (1951). Historia social de la literatura y del arte. Ed. Guadarrama
Patteta, L. (1997). Resumen de El Renacimiento Italiano de Eugenio Garín.  
Tafuri, M. (1978) La Arquitectura del Humanismo.

 

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