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Grupo 8

H2 Aboy   
   2025

Casos Analizados

Boulevard des Fosses
El Boulevard des Fossés fue uno de los primeros bulevares proyectados en París tras la demolició de las murallas medievales. Su trazado se realizó sobre el antiguo foso defensivo (de ahí su nombre, fossés), al este de la ciudad, entre la actual Place de la Bastille y el Boulevard du Temple, en el límite con el barrio del Marais (Img. 1). Esta zona había sido, durante siglos, un borde fortificado que dividía el interior urbano de la periferia rural.
A partir del siglo XVII, con el avance de las reformas urbanas y la no necesaria función defensiva de las murallas, estos espacios comenzaron a resignificarse. Fue Jean-Baptiste Colbert, ministro de Luis XIV, quien impulsó este tipo de intervenciones como parte de un plan más amplio de embellecimiento y modernización de París.
Este bulevar no fue concebido como promenade, sino como espacio de borde y de transición, diseñado para organizar el crecimiento de la ciudad. Su función era estructural: marcar un límite y facilitar la expansión hacia el este, conectando zonas ya urbanizadas con sectores en desarrollo. Conducía hacia el Boulevard du Temple, y desde allí se podía enlazar con otros caminos que llevaban al norte de la ciudad o hacia los suburbios.
Desde lo formal, el Boulevard des Fossés presentaba una traza rectilínea y amplia, bordeada por hileras de árboles que no solo ofrecían sombra y orden visual, sino que también acompañaban la nueva estética barroca de París. La vegetación, en general olmos o plátano, ayudaba a reforzar la simetría del espacio y a consolidar una imagen urbana más regular y monumental (Img. 2). También se incorporaron banquinas y veredas para separar la circulación de peatones y carruajes, lo que permitía un uso mixto del espacio.
Como boulevard de borde, mantenía una cierta ambigüedad funcional: no era parte del corazón de la ciudad, pero tampoco estaba completamente fuera de ella. En ese sentido, funcionaba como una zona intermedia, un territorio en proceso de transformación, que habilitaba nuevas relaciones entre ciudad y periferia. Según Kugler, estos espacios permitían “cruzar límites geográficos y sociológicos” (p. 42), abriendo paso a una ciudad más abierta, menos contenida y más planificada.
El Boulevard des Fossés representa, entonces, una de las primeras manifestaciones físicas del paso de una ciudad amurallada a una ciudad en expansión. Su diseño y su ubicación marcan un cambio en la forma de pensar los bordes urbanos: de ser una barrera militar pasaron a convertirse en estructuras organizadoras de crecimiento y de circulación.

Boulevard Montmartre
El Boulevard Montmartre, un claro ejemplo de boulevard de borde en la transformación urbana de París durante el siglo XVII. Está ubicado en la zona norte del centro histórico, al pie de la colina de Montmartre, y se extiende desde el Boulevard des Italiens hasta el Boulevard Poissonnière, formando parte del eje conocido como los "Grands Boulevards" (Img 1). Al igual que el Boulevard des Fossés, su traza se superpone a lo que había sido parte del sistema de fortificaciones medievales que delimitaban la ciudad.
Una vez demolidas las murallas, este espacio quedó liberado y se convirtió en una franja intermedia entre la ciudad consolidada y las zonas en expansión, cumpliendo un rol clave en la reorganización del borde urbano. El Boulevard Montmartre funcionaba así como espacio de transición: no era parte del tejido tradicional del centro, pero tampoco estaba totalmente integrado a la periferia. Tenía, por lo tanto, una función híbrida, como lugar de circulación, vigilancia visual y articulación territorial.
Su traza rectilínea y generosa en dimensiones (ancho) respondía al nuevo orden espacial que buscaba imponer el urbanismo del siglo XVII. Aunque no hay un arquitecto específico vinculado al diseño del Boulevard Montmartre, su ejecución fue parte del proyecto de reordenamiento urbano promovido por Colbert, siguiendo los principios de simetría, orden y visibilidad que caracterizaron al diseño barroco.
Desde el punto de vista formal, el bulevar incorporó elementos típicos de los nuevos espacios urbanos: alineación de árboles, veredas peatonales diferenciadas y una calzada central ancha para la circulación de carruajes (Img. 1) . La vegetación, especialmente los árboles plantados en hileras, no solo cumplía una función estética, sino también simbólica: señalaban el fin de la ciudad amurallada y el inicio de un espacio urbano más abierto, regulado e higiénico.
El Boulevard Montmartre conectaba con otros bulevares del norte de París, permitiendo un tránsito fluido entre distintos barrios y facilitando tanto la expansión de la ciudad como la conexión con rutas que llevaban hacia las afueras. Este tipo de traza reforzaba la idea de que los bordes ya no eran zonas marginales, sino estructuras organizadoras del crecimiento y de la circulación, como bien señala Kugler al describir la transformación de París en una ciudad de “continuidades espaciales y visibles” (p. 42).
Aunque con el tiempo este bulevar se fue incorporando al tejido central, en su origen representó esa ambigüedad típica de los bordes del siglo XVII: era parte de una ciudad que dejaba atrás la lógica de encierro medieval y se proyectaba hacia un nuevo modelo, más abierto, planificado y visualmente controlado. Como todos los bulevares de borde, el Boulevard Montmartre condensaba tensiones entre lo urbano y lo rural, entre lo antiguo y lo moderno, entre lo defensivo y lo expansivo.

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(Img. 1) Paris in 1620, by Matthäus Merian. En esta imagen
se ve a la izquierda marcado con amarillo, el Place de la
Bastille, y la derecha marcado con azul, la entrada al
Boulevard du Temple. Entre estos se ve el recorrido del Boulevard des Fosses.

(Img. 2) Camille Pissarro (1772)  La obra refleja ese tipo de bulevar de borde_ un espacio

(Img. 2) Camille Pissarro , 1772. En la pintura se ve el

camino con los arboles ubicados de forma lineal, reforzando

la simetría que se quería lograr.

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(Img. 1) The Merian map of Paris (1615). Acá se ve
marcada la trayectoria de Montmartre.

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(Img. 2) Camille Pissarro: El bulevar Montmartre , 1897,
óleo sobre lienzo. En estas dos pinturas se puede ver la alineación de árboles, veredas peatonales diferenciadas y
una calzada central ancha para la circulación de carruajes.

TP1: ¨Renacimiento Italiano¨

Historia 2- Catedra Aboy

Lenguaje + Regionalización

En este trabajo queremos mostrar cómo el lenguaje arquitectónico de Miguel Ángel va cambiando según la región, desde Florencia hasta Roma. Elegimos cuatro obras del artista que forman parte de un recorrido visual, como si se entrara a un túnel que empieza en Florencia y termina en Roma, mostrando cómo su estilo se adapta a cada lugar y momento histórico.

La primera obra es la Sacristía Nueva (Capilla de los Médici) del año 1520, en Florencia. Representa una fuerte identidad regional, ya que fue hecha para una familia muy importante de la ciudad. Tiene una arquitectura equilibrada pero también muy expresiva, con el uso del mármol y un diseño que transmite poder y espiritualidad. Esta obra muestra la conexión entre el arte y el contexto florentino.
La segunda es la Biblioteca Mediceo Laurenciana(1524-1571), también en Florencia. En este caso tomamos como referencia la sala de lectura, donde se destacan los bancos de madera integrados con la arquitectura. El espacio refleja el valor del conocimiento en esa época, y cómo Miguel Ángel combina funcionalidad con belleza. Se nota una evolución en su lenguaje, donde empieza a aparecer una mayor complejidad formal.
La tercera obra es el Palacio Farnesio (1571), en Roma. Aunque Miguel Ángel solo trabajó en la parte final, su intervención refleja un cambio importante: se pasa de una arquitectura más expresiva y simbólica (como en Florencia) a una más monumental y política. En Roma, el edificio responde a una necesidad de representar poder y orden, y eso se nota en su estilo más sobrio y clásico.
Por último, cerramos el recorrido con el David (1503), en Florencia. Aunque es una escultura, la incluimos porque representa muy bien el ideal del Renacimiento. El mármol blanco transmite fuerza y emoción sin necesidad de color. Además, el David simboliza la libertad, el coraje y el pensamiento, valores muy presentes en la identidad florentina.
A lo largo de este túnel, vemos cómo Miguel Ángel no tiene un estilo único e igual en todas sus obras, sino que su lenguaje cambia según el lugar, el encargo y el momento histórico. Esa capacidad de adaptación es lo que relacionamos con el concepto de lenguaje arquitectónico y regionalización.
También incluimos una cita de la época que nos pareció importante, ya que muestra cómo algunos críticos no valoraban su arquitectura:


“Los edificios de Miguel Ángel son incorrectos y que, exceptuada la sacristía de San Lorenzo... todo lo demás es malo [...] Como Miguel Ángel ha sido sumamente excelente en escultura y pintura se pretende a la fuerza que ocurra lo mismo en la arquitectura.”

(Tomaso Temanza, pág. 235 – Patteta, Miguel Ángel. Textos de época)
Aunque Temanza fue muy crítico, nosotros creemos que justamente lo interesante de Miguel Ángel es cómo supo adaptar su arte a distintos espacios y regiones, aportando algo propio en cada lugar.

Bibliografia:
Hauser, A. (1951). Historia social de la literatura y del arte. Ed. Guadarrama
Patteta, L. (1997). Resumen de El Renacimiento Italiano de Eugenio Garín.  
Tafuri, M. (1978) La Arquitectura del Humanismo.

 

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