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H2 Aboy
2025
Grupo 8
H2 Aboy
2025
En el siglo XVII, París no solo se transformó morfologicamente, sino también en cómo sus ciudadanos habitaban la ciudad. En este contexto, surgieron los bulevares de promenade, espacios diseñados especialmente para caminar, observar y ser observado. A diferencia de otros tipos de bulevares, estos recorridos no estaban pensados como vías de paso ni como bordes funcionales, sino como escenarios urbanos donde se desplegaban códigos sociales, corporales y visuales.
Lugares como Cours-la-Reine (img. 1) y Rue Saint-Antoine (img. 2) se convirtieron en zonas de paseo elegante, con caminos arbolados, vistas calculadas, y un ritmo particular de movimiento: caminar despacio, mantener la postura del cuerpo, lucir el vestido adecuado y sostener la mirada del otro. Estos espacios funcionaban como verdaderos teatros al aire libre, donde los ciudadanos actuaban roles sociales frente a un público igualmente activo. Hoy podríamos hablar de performance urbana, ya que lo que allí ocurría no era solo desplazarse, sino representar un lugar dentro del orden social a través del cuerpo, el gesto, el tiempo y el atuendo.
Kugler señala que estas promenades permitían a los parisinos poner en escena su identidad frente a otros, usando el espacio público como una extensión de sí mismos.
“La promenade se convirtió en un teatro con los parisinos como protagonistas: aparecían con vestimentas lujosas y gestos artísticos, poniéndose en escena mientras observaban y juzgaban a sus conciudadanos.” (Kugler, p. 39)
Incluso autores contemporáneos al período, como La Bruyère, ya describían esta teatralidad. En Les Caractères, señala que en estos lugares las personas no paseaban para conversar, sino para “actuar” ante los demás:
“En esos lugares de concurrencia general, donde las mujeres se reúnen para mostrar una bella tela y recoger los frutos de su tocador, uno no camina con una compañera por necesidad de conversación, sino para afirmarse en el teatro, familiarizarse con el público y fortalecerse contra la crítica.” (La Bruyère, citado en Kugler, p. 39)
Por su parte, el Dictionnaire de l’Académie de 1694 define promenade como tanto acción como espacio, lo que refuerza su doble sentido:
“La promenade designa también un lugar donde es agradable pasar el tiempo, ya sea solo o en buena compañía.” (La promenade, p. 7)
Los bulevares de promenade eran entonces más que calles, eran lugares con reglas propias: tenían horarios (hora del paseo), códigos de vestimenta y expectativas de comportamiento. Algunas personas, como cuenta Kugler, incluso llevaban varios trajes en sus carruajes para cambiarse durante el paseo, como lo hacía el Marqués de Rouillac en Cours-la-Reine, apareciendo nuevamente como “un sol que emerge de una nube”.
Estos espacios también daban lugar a cruces entre clases sociales: sectores burgueses, enriquecidos por el comercio, se mezclaban con la nobleza vistiendo trajes similares y adoptando modales cortesanos. La promenade, entonces, era también una forma de representar aspiraciones sociales. Como afirma Kugler, muchos de estos paseos no eran meras diversiones, sino “escenarios de transformación personal” donde el cuerpo y el vestir eran estrategias para parecer más de lo que uno era.
En resumen, los bulevares de promenade reflejan un momento en que el espacio urbano se volvió una superficie de exhibición (img. 3) Caminar por ellos no era simplemente desplazarse, sino participar de una coreografía pública, donde el individuo se exponía, actuaba y era evaluado. Estos paseos dejaron una marca profunda en la historia de la ciudad, al establecer una forma de habitar el espacio que combinaba la estética, la movilidad y el deseo de pertenecer.
Mapa Bulevares de Promenade
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(Img. 1). Longitud del bulevard Cours La Reine, Vista
superior,
(Img. 2). Longitud del bulevar Saint Antoine, Vista
superior.
(Img. 3). Fotografia de paseo en hora pico, entre
burgueses y comerciantes.
(Img. 4) Bulevares de promenade, ubicación en planta
de los casos. Sentido Norte-Sur
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